Reseña: La hija del relojero – Kate Morton

¡Hola lectores! Hoy les traigo la reseña de un libro que tenía muchas ganas de leer desde que salió a la venta, porque es de una autora que me encanta. Se trata, claramente, de La hija del relojero, de Kate Morton, libro que leí gracias a la editorial Penguin Random House ❤

Sinopsis: “En el verano de 1862, un grupo de jóvenes artistas, guiados por el apasionado y brillante Edward Radcliffe, viaja a Birchwood Manor, una casa de campo en Berkshire. Tienen un plan: vivir los siguientes meses recluidos y dejarse llevar por su inspiración y creatividad. Sin embargo, cuando el verano toca a su fin, una mujer ha muerto de un disparo y otra ha desaparecido, se ha extraviado una joya de valor incalculable y la vida de Edward Radcliffe se ha desmoronado.
Unos ciento cincuenta años más tarde, Elodie Winslow, una joven archivista de Londres, descubre una cartera de cuero que contiene dos objetos sin relación aparente: una fotografía en sepia de una mujer de gran belleza con un vestido victoriano y el cuaderno de bocetos de un artista en el que hay un dibujo de una casa de dos tejados en el recodo de un río.
¿Por qué ese boceto de Birchwood Manor le resulta tan familiar a Elodie? ¿Y quién es esa hermosa mujer que aparece en la fotografía? ¿Le revelará alguna vez sus secretos?
Narrada por varias voces a lo largo del tiempo, La hija del relojero es la historia de un asesinato, un misterio y un robo, una reflexión sobre el arte, la verdad y la belleza, el amor y las pérdidas. Por sus páginas fluye como un río la voz de una mujer ya libre de las ataduras del tiempo y cuyo nombre ha caído en el olvido: Birdie Bell, la hija del relojero, la única persona que vio todo lo sucedido”.

Kate Morton

Pedí este libro porque me encanta la prosa de Kate Morton y sé que hace maravillas ambientando sus historias en la época victoriana. El año pasado empecé a leer El jardín olvidado, una de sus novelas más famosas, pero por motivos que ya no recuerdo nunca lo terminé. Cuando empezó este 2019 y me hice con este ejemplar de La hija del relojero, me dije a mí mismo que iba a terminar primero El jardín olvidado y después iba a leer este. Gran mentira. No me resistí y ni bien pude lo empecé a leer.

—Esa de ahí es la hora de verdad — me había explicado, señalando la esfera más pequeña—. Y esa —frunció el ceño ante el reloj al que mi padre acababa de dar cuerda— es la hora de Londres.

Y así es como aprendí que, aunque me era imposible estar en dos lugares a la misma hora, sí podía estar en un lugar en dos horas distintas.

En La hija del relojero, una vez más la autora hace gala de su extraordinaria habilidad para entrelazar historias en diferentes tiempos. Al principio fue como: ¿otra vez lo mismo, Kate? pero al ir leyendo irremediablemente volví a enamorarme de su estilo. Y es que la autora hace magia cuando se trata de recrear otras épocas y caracterizar a sus personajes, todos tan profundos y entrañables que lo único que uno quiere es abrazarlos a todos y no soltarlos más.

La señora Mack dirigía una empresa mucho más compleja y creía que diversificarse era crucial; o como porefería decirlo, usando un viejo refrán inglés que habría quedado bien en su lápida: Hay muchas formas de despellejar un gato.

La trama de la historia me pareció súper atrapante, todo el misterio que rodea a los acontecimientos de ese verano de 1862. Además los detalles se van revelando muy poco a poco, de forma tal que, si bien uno puede ir haciéndose una idea acerca de lo que ocurrió, es recién cerca del final del libro cuando se revela por completo toda la verdad.Otro punto importantísimo de la novela son los personajes, que cobran vida gracias a la profundidad que les da la autora. Comenzamos el libro siguiendo a Elodie Winslow en 2017, pero pronto le perdemos la pista cuando la autora empieza a entrelazar las historias de otros personajes de diferentes épocas, todos vinculados de alguna forma con la casa de Birchwood Manor e incluso con el pasado de la propia Elodie.

Qué arrogancia, dijo, que la humanidad se permitiera reducirse a la mitad al renunciar a las mentes y las palabras de las mujeres.

Así conocemos a Ada, que fue forzada a abandonar su India natal para asistir a un colegio para señoritas; a Leonard, que tras volver de la guerra escribió un libro sobre el pintor Edward Radcliffe; a Juliet, que se vio obligada a abandonar Londres con sus hijos para protegerlos durante la Segunda Guerra Mundial, a la propia Lucy Radcliffe, la hermana menor de Edward, entre otros. La característica que todos estos personajes tienen en común, es la pérdida. El dolor, la soledad, la incertidumbre acerca del futuro, son los fantasmas que acechan a estos personajes, quienes logran encontrar algún consuelo dentro de esta antigua y encantada casa a orillas del Támesis.

1840-1881. Leonard reparó en que se había quedado mirando una vez más el guion que separaba las fechas. En ese signo surcado de liquen se encontraba toda la vida de un hombre: su infancia, sus amores, sus pérdidas y temores, todo reducido a una leve línea cincelada en un trozo de piedra en un cementerio en silencio, al final de un sendero.

Dejando de lado a estos personajes y sus respectivas subtramas, quiero hablar ahora de las dos grandes protagonistas de este libro, las encargadas de hilar todos esos retazos de historias para constituir la trama principal. Estoy hablando de Birdie Bell, y la propia casa de Birchwood Manor. No es necesario decir que me enamoré perdidamente de Birdie Bell, la hija del relojero. Es el personaje más interesante porque es quien conoce realmente todos los detalles de la historia y la encargada de ir revelándonos la verdad poco a poco, mientras nos cuenta su propia historia, su vínculo con la casa y con “los especiales”, esos personajes que a lo largo de los años fueron habitando la casa por diferentes razones y se ganaron su simpatía. Por otra parte, la propia casa termina cobrando vida como un personaje más de la novela a través de las descripciones de la autora, los sentimientos de los personajes hacia la casa y las leyendas que se cuentan en torno a ella. Envuelta en un misticismo antiguo y una historia de lo más interesante, llena de rincones secretos y características casi mágicas, Birchwood Manor cobra vida en manos de la autora y le da la bienvenida a estos personajes desesperanzados como un refugio de luz en medio de la oscuridad. Sé que puede llegar a sonar demasiado poético o hasta cursi, pero créanme que no hay otra forma de describirlo. El arte, la búsqueda de la belleza y el conocimiento es algo que se respira a lo largo de toda la obra y le da un toque HERMOSO a la historia.

Aun así, no era solo el cuadro lo que me había dejado sin palabras. La Belle es una cápsula del tiempo. Bajo las pinceladas y los pigmentos se encontraban todas las palabras, todas las miradas que Edward y yo habíamos intercambiado; ella conserva todas nuestras risas y esos instantes en que se acercó para tocarme la cara y moverla con cuidado hacia la luz. Cada pensamiento de Edward está ahí plasmado, al igual que cada momento en que nuestras mentes coincidieron en aquel estudio aislado en el rincón de un jardín. En el rostro de La Belle hay miles de secretos ocultos, que juntos cuentan una historia que solo conocemos Edward y yo. Verla ahí, colgada de la pared en una sala llena de desconocidos bulliciosos, fue abrumador.

Por último, quiero volver a mencionar el tema de las subtramas. Yo admiraba la habilidad de Phillip Reeve para entrelazar historias sin que nada perdiera sentido, pero Kate Morton sin dudas le hace la competencia. Me encanta la forma en que va introduciendo nuevos personajes con sus propias historias, sus deseos, sus penas… De a poquito vamos descubriendo nuevos detalles, haciendo conexiones y encontrando nuevas interrogantes, de forma que el libro nunca pierde ese aire enigmático. Sin embargo, esta característica también tiene un lado negativo. Al incorporar tantos personajes y tantas subtramas, por momentos la historia se estanca un poco y pueden pasar cinco o seis páginas en las que la autora nos habla del pasado de uno de los personajes secundarios. Admito que a veces resulta un poco aburrido, yo alguna que otra vez decidí saltearme un par de párrafos que no aportaban nada importante para la trama. Pero más allá de eso y de algún hilo que me pareció que quedó suelto (nada importante), el libro no tiene nada negativo, y vale totalmente la pena leerlo.

La gente da importancia a las piedras relucientes y los amuletos de la suerte, pero olvidan que los talismanes más poderosos son las historias que nos contamos a nosotros mismos y a los demás.

Para sintetizar, La hija del relojero es una maravillosa historia contada a través de diferentes personajes y en distintas épocas. Una historia sobre el arte, la belleza, el tiempo y el amor, que transporta al lector a una casa llena de secretos de la mano de personajes entrañables, sólidos y muy bien caracterizados. Recomiendo muchísimo este libro para quienes gusten de novelas con una buena ambientación histórica, personajes entrañables, misterio y un toque místico o sobrenatural.

Y, en tanto que mi nombre, mi vida, mi historia yacían bajo tierra, yo, que una vez había soñado con apresar la luz, descubrí que me había convertido en una luz cautiva.

Nuevamente le doy las gracias a Penguin Random House por brindarme mi ejemplar y por permitirme conocer esta bella historia. 

3 comentarios en “Reseña: La hija del relojero – Kate Morton”

  1. Suena muy interesante, me lo llevo anotado para mis próximas lecturas. Me gustan las historias que viven en distintas épocas. ¡Muchas gracias por la recomendación!

    Nos leemos ♡

    Me gusta

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